fimmtudagur, mars 25, 2010


Mis días en Santiago han sido un reír, mirar a la nada, enamorarme de cielos entre los edificios y reconocer caras, lugares, olores, vivir una vida a otro nivel, ser mas anónima de lo que soy, ver nanas y ninios rubios subiendo a sus autos como naves espaciales con mamàs pintarrajeadas chic o sport, porque O.SEA

Mi abuelo sigue en el cuarto piso del hospital. sala 408 cama 3 le digo al guardia y ahí lo veo, todos los días, en esa cama del medio, mirando lo mismo q yo, el sol en los edificios, ese atardecer de cemento que nos hace pasarnos mil peliculas. él tambien va tomando fotografias con los ojos.

A veces me cuesta mucho dormirme, lo recuerdo flaco, con frio y una pena tremenda que nadie entiende, porque no es bueno vivir tantos años, porque dice que yo soy una niña y no sé de penas ni de sufrimientos.

Se supone que lo operen esta semana, me da miedo, me da miedo lo que viene después, no quiero dejarlo pero no sé como aliviarlo, mi abuelo es para mí uno de los pilares de la tierra y tiene recuerdos en vez de arrugas, tiene su delgadez en vez de achaques y una inteligencia crónica.

Este otoño en Santiago no me conoce, no lo conozco, nos estamos conociendo.



fotografía: Flavio_Camus

Engin ummæli: